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  • Foto del escritorBasílica Guadalupe

Día 25. Breve Historia de la devoción a la Virgen de Guadalupe en Santa Fe

Actualizado: 22 feb



Según la tradición, a mediados del siglo XVIII un sacerdote mercedario, el Padre Miguel Sánchez, encontró en su convento una lámina de la Virgen de Guadalupe. Salió de los claustros para adquirir un marco para la misma, y ese marco de madera tallada se lo ofreció en la puerta del convento una mujer de pobre aspecto. Como era lo que necesitaba, lo compró y allí colocó la imagen.


Su labor no terminó allí sino que la llevó al oratorio de la familia González Setúbal, ubicado en lo que actualmente es la esquina de Patricio Cullen y Regimiento 12 de Infantería. A partir de entonces comienza la veneración a Nuestra Señora de Guadalupe en Santa Fe.


Francisco Javier de la Rosa, apodado el ‘ermitaño’, comienza a construir una nueva capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe, el 4 de octubre de 1779 y al año siguiente ya estaba en condiciones de ser usada. El edificio medía 14,70 mts. de largo por 6 mts. de ancho. El ermitaño murió a fines del siglo XVIII, pero la devoción santafesina no decae sino que va creciendo a lo largo de todo el siglo XIX.


Esta devoción fue descubierta y valorada por el primer Obispo de Santa Fe, Mons. Juan Agustín Boneo, quien pidió al Papa que la Virgen de Guadalupe fuera la Patrona de la Diócesis de Santa Fe. En estas circunstancias convoca la primera Peregrinación oficial que se llevó a cabo el 14 de octubre de 1900, aunque desde mucho antes se venían realizando peregrinaciones.


Como la primitiva capilla quedaba pequeña, en 1904 comienzan los trabajos para construir el actual santuario, el cual es inaugurado el 8 de mayo de 1910.


Debido a la gran veneración por parte del pueblo fiel, el Papa Pío XI concedió la Coronación Pontificia a la imagen de la Virgen de Guadalupe. La celebración de tan importante acontecimiento se realizó en la Peregrinación del 22 de abril de 1928 y contó con la presencia de “no menos de cien mil peregrinos” de los distintos puntos del país y una peregrinación que llegó desde México.


La Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe se celebra dos semanas después de Pascua; el sábado es la Fiesta litúrgica y el Tercer Domingo de Pascua la Peregrinación Anual.


Hablar de la Peregrinación a Guadalupe es hablar de una Fiesta bien conocida no sólo por los habitantes de la ciudad de Santa Fe sino del interior de la provincia, provincias vecinas y por peregrinos, turistas y santafesinos que viven en el resto del país y en otros países.


Hablar de Guadalupe es hablar de una rica historia que comenzó en la segunda mitad del siglo XVIII, fue tomando fuerza en el XIX, se extendió y consolidó en el XX, y permanece con toda su vitalidad en nuestro siglo XXI.


Hablar de Guadalupe es hablar de la fe que está en el origen de este lugar y que se manifiesta de maneras elocuentes. Caminos de fe que sólo el amor de los peregrinos, el amor maternal de María de Guadalupe y la gracia de Dios pueden explicar. Explicación que no es irracional pero que supera lo que la razón puede alcanzar y lo que las palabras pueden expresar. Una fe que se manifiesta de una manera tan sencilla como profunda, y que abarca al campesino y al hombre de la ciudad, al adulto y al niño, al anciano y al joven, al varón y a la mujer, al ciudadano del centro y al del barrio periférico, al que más tiene, al de la clase media y al pobre…


Hablar de Guadalupe es hablar de personas que han marcado este lugar. Personas que tienen nombre y apellido: Francisco Javier de la Rosa, Antonia Godoy, Mons. Juan Agustín Boneo…


Hablar de Guadalupe es hablar de un barrio que fue construyéndose en torno a la presencia de la Virgen, y que de su advocación tomó su nombre y su identidad. Es hablar de un punto de referencia para quienes viven en Santa Fe, y de un lugar que todo visitante de la ciudad se siente llamado a visitar por su historia y por su valor espiritual.


Hablar de Guadalupe hoy es hablar de un lugar de encuentro con Dios, con nuestra Madre y con nuestros hermanos. Es un centro que convoca con su sola presencia y que transmite paz, serenidad y esperanza, como la presencia de toda madre. Es un lugar en el que podemos encontrar todas las realidades humanas que van al encuentro del amor maternal de María y de la presencia de Dios. En Guadalupe se encuentran el que tiene trabajo y lo agradece, como el que no lo tiene y viene a pedirlo; el que quiere agradecer la vida de familia, pero también quien está sufriendo por algún problema familiar; el que lleva una vida práctica de fe como quien tiene fe pero sin encarnarla demasiado en su vida concreta; quien se siente parte de la Iglesia como quien vive su fe de manera individual. A todos los une la confianza y el amor a la Virgen.


Por todo esto, hablar de Guadalupe es mirar el pasado con admiración y agradecimiento, asumir el presente de una manera comprometida y confiada y construir el futuro de la mano maternal de María que nos une como hermanos.

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