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  • Foto del escritorBasílica Guadalupe

Día 33. Vivir la consagración

Actualizado: 22 feb

Queridos hermanos, llegamos al final de nuestro camino de preparación para la Consagración a Jesús por María de Guadalupe. Hoy les ofrecemos algunos extractos de "El secreto de María" la obra de San Luis María Grignón de Montfort que sintetiza su espiritualidad mariana. Los invitamos a leerlos detenidamente y dejarse entusiasmar por las luces espirituales que este santo nos ofrece.




San Luis María Grignion de Montfort, "El Secreto de María", segunda parte.


ES UNA FORMA EXCELENTE DE ESPIRITUALIDAD

Ventajas de esta espiritualidad.


1. Es imitar al mismo Dios

Consagrarte así a Jesús por María, es imitar al mismo Dios. El Padre, en efecto, nos ha dado su Hijo, y continúa dándonos sus gracias solamente por María. El Hijo sólo ha venido a nosotros escogiendo a María por Madre: con su ejemplo nos invita a ir a Él por la misma

persona que lo ha traído al mundo. El Espíritu Santo nos comunica sus gracias y carismas

solamente con la intervención de María. Nada más justo, pues, que consagrarnos a Dios por medio de María para que “la gracia vuelva a su autor -como dice san Bernardo- por el mismo canal por donde vino a nosotros”.


2. Es honrar a Jesucristo y practicar la humildad

36 Ir a Jesús por María es honrar verdaderamente a Jesucristo. Pues reconocemos así que, a causa de nuestros pecados, somos indignos de acercarnos por nosotros mismos a su infinita santidad. Y que necesitamos acudir a María, su Santísima Madre, para que Ella sea nuestra

abogada y mediadora ante Él. Es, al mismo tiempo, acercarnos a Jesucristo como a nuestro mediador y hermano y humillarnos ante Él como ante nuestro Dios y supremo juez. En una palabra: es practicar la humildad, que arrebata siempre el corazón de Dios.


3. Es encontrar la forma de agradar a Jesucristo

37 Consagrarte así a Jesús por María es colocar en manos de la Santísima Virgen tus buenas acciones. Que por dignas que te parezcan, quedan siempre manchadas e indignas de que Dios las mire y acepte, ya que ante El no son puras ni las mismas estrellas. (Gén 25,5)

¡Ah! Entreguemos a María, nuestra bondadosa Madre y Señora, que acepte nuestro humilde obsequio, lo purifique, santifique, perfeccione, embellezca y haga digno de Dios...


4. Es practicar la caridad

39 Consagrarte así a la Santísima Virgen es practicar el amor fraterno, en el más alto grado. Porque consagrarte totalmente a Ella con todo cuanto posees es entregarle lo que más aprecias para que disponga de ello, según su voluntad, en favor de nuestros hermanos vivos y difuntos.


5. Es asegurar nuestra perseverancia en el bien

40 Si vives tu consagración a María, aseguras tus gracias, méritos y virtudes, constituyendo a María en depositaria tuya y diciéndole:


“Acepta, querida Madre y Señora mía,

todo cuanto soy y todo lo bueno

que he podido hacer,

con la gracia de tu querido Hijo.

Soy incapaz de conservarlo,

dadas mi debilidad e inconstancia

y el gran número, malicia e insistencia

de mis enemigos espirituales.

Todos los días veo caer en el fango

a los cedros del Líbano

y a las águilas que volaban en torno al sol

convertirse en aves nocturnas.

Mil justos caen a mi izquierda,

diez mil a mi derecha (Sal 91,7)...

¡Conserva mis tesoros, que no me saqueen!

¡Tenme de la mano, que no caiga!

¡Defiéndeme que a ti me he consagrado!

Yo te conozco bien, y en ti confío

eres la Virgen fiel a Dios y a los hombres,

y no dejas perder nada de cuanto se te confía;

tú eres poderosa, y nadie podrá hacerte daño

ni arrebatarte lo que posees.”


San Bernardo expresa todo esto con estas palabras: “Siguiéndola, no te extravías; implorándola, no pierdes la esperanza; pensando en ella, no yerras; si ella te sostiene, no caes; si te protege, no tienes que temer; si te guía, no te cansarás; si te es propicia, llegas seguro al puerto”.


Esta consagración es un medio seguro para conservar y acrecentar en nosotros la gracia de Dios ¡Y este solo motivo es más que suficiente para que optemos por ella con

entusiasmo!


6. Es hallar la libertad de los hijos de Dios

41 Esta consagración nos libera verdaderamente, al darnos la libertad de los hijos de Dios (Rom 8,21). María recompensa a quien por amor se consagra a Ella totalmente, ensanchándole y dilatándole el corazón y haciéndole caminar a pasos agigantados por el camino de los mandamientos divinos


(...)


Vivir la Consagración

43 Como ya te he dicho, esta consagración consiste en hacerlo todo con María, en María, por María y para María.


Dinamismo constante

44 No es suficiente que te consagres totalmente a María una vez para siempre, ni aun que renueves la consagración cada mes o cada semana. Devoción bien pasajera sería ésta, incapaz de llevarte a la perfección a que puede conducirte (...).


1. Obrar con María o a imitación suya

45 La práctica esencial de esta devoción consiste en obrar en todo con María, es decir, en tomar a la Santísima Virgen como el modelo acabado de tu conducta cristiana.

46 Para ello, antes de obrar debes renunciar a tu egoísmo y a tus mejores puntos de vista, anonadarte ante Dios, consciente de tu incapacidad para todo bien sobrenatural y para toda acción útil a tu salvación.

Tienes que acudir a la Santísima Virgen y unirte a sus intenciones, aunque no las conozcas; participar por María en las intenciones de Jesucristo, es decir, entrar en sintonía con su voluntad y en armonía con sus disposiciones, para que Ella obre en ti y haga de ti lo que mejor le parezca, para mayor gloria de su Hijo Jesucristo y del Padre del cielo.

No hay, pues, vida interior ni acción espiritual posibles que no dependan de Ella.


2. Obrar en María o sea en unión íntima con Ella

47 Tienes que obrar siempre y hacerlo todo en María, es decir, irte acostumbrando a recogerte dentro de ti mismo para formar allí como un esbozo o imagen espiritual de la Santísima Virgen.

María será el santuario donde encuentres a Dios por la oración, sin temor a que te rechace; será la torre de David (Cant 4,4), que te defienda de tus enemigos; la lámpara encendida, que ilumine tu espíritu y te inflame en el amor de Dios (Mt 5,15; Lc 8,16; 11,13;12,35); la recámara sagrada donde Dios se te revele; finalmente, María será tu único todo ante Dios, tu recurso universal.

Si oras, será en María; si recibes la sagrada Comunión, la acogerás en María para complacerte en Ella. Hagas lo que hagas, será siempre en María, llegando así a liberarte del egoísmo.


3. Obrar por María, acudiendo a su intercesión

48 Debes acudir siempre a nuestro Señor por medio de María, confiado en su intercesión y poder ante su Hijo5.


4. Obrar para María, siempre a su servicio

49 Tienes, finalmente, que obrar en todo para María, es decir, que, para vivir tu consagración a tan augusta Princesa, no trabajes sino para Ella, para su gloria y honor, y, por intermedio suyo, para gloria de Dios. Renunciarás, pues, a los fines que te inspira el egoísmo –que muy frecuentemente y sin que lo adviertas se constituye en meta de tus acciones– y repetirás con frecuencia desde el fondo del corazón: “Por ti, amada Reina mía, voy acá o allá, hago esto o aquello, sufro esta pena o aquella injuria.”.


FRUTOS MARAVILLOSOS DE ESTA CONSAGRACIÓN


1. Identificación vital con María

55 Esta consagración, vivida con fidelidad, produce en el alma frutos innumerables. El principal de los cuales es hacer que María viva de tal modo en ti que ya no vivas tú, sino María en ti (ver Gál 2,20), que el alma de María –por decirlo así– venga a ser tu propia alma.

Cuando María, por una gracia inefable, pero real, reina en tu corazón, ¡qué maravillas no realiza allí! Obra portentos especialmente en el corazón; trabaja secretamente en el corazón, sin que te des cuenta siquiera. Que, si lo advirtieras, echarías a perder tanta belleza...


2. Conocimiento de Jesucristo

56 María es, en todo lugar, la Virgen fecunda. Y cuando habita en una persona, hace brotar en ella la pureza de cuerpo y alma, de las intenciones y proyectos, y la fecundidad de las buenas obras. No creas, entonces, que María, la más fecunda de todas las creaturas –pues llegó hasta engendrar al Hijo de Dios– permanezca ociosa en quien le es fiel. Ella te llevará a una vida de perseverante comunión con Jesucristo y hará que Él viva en ti, conforme a las palabras de san Pablo: Hijos míos, otra vez me causan dolores de parto hasta que Cristo tome forma en Uds. (Gál 4,19).

Jesús es el fruto de María para todos y cada uno de nosotros. Mas para el cristiano que la acoge a Ella en su interior, Jesús es el fruto y obra maestra de la Santísima Virgen.


3. Virtudes evangélicas

57 María se hace, finalmente, indispensable para esta alma en sus relaciones con Jesucristo: le ilumina el espíritu con su fe, le ensancha el corazón al infundirle su humildad, le

dilata e inflama con su caridad, le purifica con su pureza, le ennoblece y engrandece con su maternidad. Pero ¿adónde voy a parar? Sólo la experiencia te enseñará los portentos que realiza María. Portentos que parecen increíbles a los sabios y orgullosos y aun a los cristianos

practicantes...


4. El reino de Jesucristo

58 Por medio de María vino Dios al mundo la primera vez, en humildad y anonadamiento. ¿No se podrá decir que por medio de María vendrá la segunda vez, como lo espera toda la Iglesia, para reinar en todas partes y juzgar a vivos y muertos? ¿Cómo y cuándo? ¿Quién lo sabe? Pero lo que sí sé es que Dios, cuyos pensamientos se elevan sobre los nuestros más que el cielo sobre la tierra (Is 55,8-9) vendrá en el tiempo y modo menos esperados por los

hombres –incluso por los más sabios y entendidos en la Sagrada Escritura, que al respecto es muy oscura...


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