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  • Foto del escritorBasílica Guadalupe

La consagración a Jesús por María



A través de la historia, la devoción a la Santísima Virgen María ha sido el camino por el cual muchos fieles han crecido en su fe. Porque Ella siempre nos acerca a Jesús nuestro único Salvador.


Muchos santos se destacaron por su fervoroso amor a nuestra Madre. Y entre ellos encontramos a San Luis María Grignion de Montfort, quien se esforzó por hacer de la verdadera devoción a la Virgen María un camino de santidad para todos los fieles. Para él, ésta espiritualidad consiste en vivir plenamente nuestra vocación bautismal, de la mano de nuestra Madre.


San Juan Pablo II aprendió esta devoción en su juventud y nos ilumina acerca de cómo entender la verdadera devoción propuesta por Montfort:


El amor a Dios mediante la unión con Jesucristo es la finalidad de toda devoción auténtica, porque -como escribe san Luis María- Cristo "es el único maestro que debe enseñarnos, es nuestro único Señor de quien debemos depender... y nuestro único todo en todas las cosas que debe bastarnos" (Tratado de la verdadera devoción, 61).


La devoción a la santísima Virgen es un medio privilegiado "para hallar a Jesucristo perfectamente, para amarle tiernamente y servirle fielmente"


La esclavitud de amor debe interpretarse a la luz del admirable intercambio entre Dios y la humanidad en el misterio del Verbo encarnado. Es un verdadero intercambio de amor entre Dios y su criatura en la reciprocidad de la entrega total de sí. "El espíritu de esta devoción... consiste en hacer que el alma sea interiormente dependiente y esclava de la santísima Virgen y de Jesús por medio de ella" (El Secreto de María, 44). Paradójicamente, este "vínculo de caridad", esta "esclavitud de amor", hace al hombre plenamente libre, con la verdadera libertad de los hijos de Dios (cf. Tratado de la verdadera devoción, 169). Se trata de entregarse totalmente a Jesús, respondiendo al amor con el que él nos ha amado primero. Todo el que viva en este amor puede decir como san Pablo: "Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí" (Ga 2, 20).


"La doctrina de este santo ha ejercido un profundo influjo en la devoción mariana de muchos fieles y también en mi vida. Se trata de una doctrina vivida, de notable profundidad ascética y mística... Sin embargo, desde el tiempo en que vivió san Luis María en adelante, la teología mariana se ha desarrollado mucho, sobre todo gracias a la decisiva contribución del concilio Vaticano II. Por tanto, a la luz del Concilio se debe releer e interpretar hoy la doctrina monfortana, que, no obstante, conserva su valor fundamental" (Carta a la familia mofortana 08.12.2003).


¿Cómo aprender esta devoción?

Para vivir esta devoción es necesario prepararse y elegir un día para realizar esta alianza de amor, esta "consagración" que consiste en la renovación de nuestra consagración bautismal en las manos de María.

San Luis María propone un camino de preparación que consiste en:

  • 12 días destinados a "vaciarse del espíritu del mundo, contrario al de Jesucristo" (que para nosotros será la etapa de "DISPONERSE").

  • una semana para "pedir el conocimiento de sí mismos y la contrición de sus pecados, haciéndolo todo por espíritu de humildad" (para nosotros "CONOCERSE").

  • una semana para conocer a la Santísima Virgen (para nosotros "CONOCER A MARÍA").

  • una semana para conocer a Jesucristo (para nosotros "CONOCER A JESUCRISTO").

Al concluir las tres semanas, el santo invita a confesarse y comulgar "con la intención de entregarse a Jesucristo, en calidad de esclavos de amor, por las manos de María. Y después de la comunión propone recitar una fórmula de consagración. La que encontrarán en nuestra propuesta en la sección "CONSAGRARSE".


¿Cómo lo haremos?

Siguiendo las indicaciones de San Juan Pablo II acerca de la relectura e interpretación necesarias para vivir realmente la doctrina monfortana en nuestro tiempo, los invitamos a preparar nuestros corazones con un camino muy sencillo, como es el propuesto por San Luis María, escuchando la voz de la Iglesia que nos señala en cada tiempo de la historia el camino de la santidad en fidelidad al Evangelio de Jesucristo.


Las oraciones de cada día están indicadas en la sección ORACIONES DIARIAS: una invocación al Espíritu Santo, el Santo Rosario y la oración "Madre y Reina de Guadalupe".

Las reflexiones cotidianas o lecturas espirituales podrán encontrarlas tanto en la sección DÍA A DÍA como en los apartados de las etapas. Las mismas consistirán principalmente en textos breves del Magisterio del Papa Francisco que meditaremos para dejarnos conducir por el Espíritu Santo.


¡Es necesario organizarse!

Estos "ejercicios espirituales" (las oraciones y la meditación de las lecturas espirituales) pueden demandar alrededor de 45 minutos diarios. Pero todo dependerá de las posibilidades de cada uno.

Por ello, les proponemos que antes de comenzar organicen los momentos en los que realizarán esta "preparación": todas las oraciones y la meditación unidas, o separando el rezo del Santo Rosario y la meditación de las lecturas espirituales a lo largo del día.

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Esperamos que este camino les ayude a redescubrir, de la mano de María, la belleza de nuestra vocación cristiana y la fuerza de la gracia que el Señor nos regala.


Madre de Guadalupe, confiamos en tu amor maternal, y te pedimos una vez más: ¡llévanos de tu mano a Jesús!

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